Carlos Jiménez

LAS RUINAS ANTICIPADAS 

¿Estamos abocados al ocaso definitivo de la sociedad del automóvil? El vehículo totémico que más que transportarnos moviliza nuestras fantasías de dominio y de poder ¿está condenado por fin a desaparecer? Se lo cargará el agotamiento del petróleo o el triunfo definitivo de la conciencia ecológica? O morirá del infarto de ese colapso circulatorio universal imaginado por Julio Cortázar en su relato En la autopista sur? No puedo saberlo. Si se en cambio que Mareta Espinosa se ha hecho cargo de estas inquietantes premoniciones poniendo su ojo, virtuosamente instruido por la pintura, en esos cementerios que todavía funcionan como eslabones de la cadena que permite reciclar las ruedas desechadas para retroalimentar el sistema entero de la industria automotriz. Ella asume que esos amontonamientos informes son los heraldos y la forma anticipada de las ruinas de la sociedad del automóvil, aunque aún no esté consumada y aunque ellos no ostenten todavía la dignidad de las ruinas ilustres a las que concedemos el privilegiado estatuto de testigos mudos de la Historia. Así, con mayúsculas.

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